martes, 29 de marzo de 2016

jueves, 6 de marzo de 2014


4 Tipos de Temperamentos
Nuestra personalidad se va desarrollando de acuerdo a nuestro temperamento. Existen cuatro tipos: Melancólico, Flemático, Colérico y Sanguíneo, y cada uno posee ciertas características. La mayoría de las personas poseemos dos de los temperamentos y se combinan de la siguiente manera: melancólico flemático, colérico sanguíneo, sanguíneo melancólico, etc.  ¿Puedes identificar cuál es tu temperamento?
Melancólico:(Hagámoslo de la manera correcta)

Deseo: Hacerlo bien, hacerlo perfecto.
Necesidades: Sentido de estabilidad, espacio, silencio, creatividad y apoyo.
Fuerzas Claves: Habilidad para organizar, fijar metas a largo plazo, tener normas é ideas elevadas, analizar profundamente.
Debilidades Claves: Se deprime fácilmente, demasiado tiempo de preparación, se concentra demasiado en los detalles, recuerda las cosas negativas, sospecha de los demás.
Se deprime cuando: La vida está desordenada, no se cumplen las normas, parece que nadie le importa.
Tiene miedo de: Que nadie lo entienda como se siente, de equivocarse, tener que comprometer sus normas.
Le gustan las personas que: Son superficiales, intelectuales, profundas, y que puedan sostener una conversación sensible.
No le gustan las personas que: Son superficiales, olvidadizas, que llegan tarde, desorganizadas, que engañan, y que son imprevisibles.
Podría mejorar si: No tomara la vida tan seriamente y no insistiera en que los demás fueran perfeccionistas.
Como líder él: Organiza bien, es sensible a las necesidades de las personas, tiene una profunda creatividad, demanda una acción rápida.
Tiende a casarse con: Los populares por sus personalidades y por sus habilidades sociales, pero rápidamente tratan de callarlos y de hacer que se ajusten al horario, Se deprimen cuando estos no responden.
Reacción al stress: Se retrae, se pierde en un libro, se deprime, se da por vencido, hace un recuento de sus problemas, regresa a la universidad.
Se le reconoce por: Su naturaleza seria, sensible, su acercamiento correcto, desaprueban los comentarios, meticulosos y bien vestidos (las excepciones son los tipo hippies, los músicos o poetas, quienes sienten que ponerle atención a la ropa es mundano y los distrae de sus fuerzas).
Flemático: (Hagámoslo de la manera fácil)

Deseos: No tener conflictos, mantener la paz.
Necesidades: Sentido de respeto, sentimiento de valor, comprensión, apoyo emocional.
Fuerzas claves: Balanceado, disposición, seco sentido del humor, personalidad agradable.
Debilidades claves: Falta de decisión, entusiasmo, y energía, no hay defectos obvios sino una voluntad de hierro escondida.
Se deprime cuando: La vida está llena de conflictos, tiene que encarar una confrontación personal, nadie quiere ayudar, la oposición los detiene.
Tiene miedo de: Tener que resolver un problema personal grande, llevar a cabo cambios grandes.
Le gustan las personas que: Toman decisiones por él, que reconocen su fuerza, que no lo ignoran, que lo respetan.
No le gustan: Los que presionan demasiado, los que son muy escandalosos y esperan mucho de él.
Como líder él: Se mantiene tranquilo, calmado, no toma decisiones impulsivas, es agradable e inofensivo, no causa problemas, pero no es frecuente que tengan ideas brillantes.
Podría mejorar si: Se trazara metas y se auto motiva, estuviera dispuesto a hacer las cosas más rápido de lo que se espera, y si pudiera enfrentar sus propios problemas de la misma manera en que maneja los problemas de los demás.
Tiende a casarse con: Los fuertes porque respetan su fortaleza y el hecho de ser decisivos, pero posteriormente, el pasivo se cansa de que lo estén empujando y menospreciando.
Reacciones al stress: Se esconde de sí mismo, ve televisión, come, se desconecta de la vida, duerme.
Se le reconoce por: Su acercamiento calmado y agradable, su postura relajada y porque participa y aprende cuando hay la posibilidad.
Colérico: (Hagámoslo a mi manera)

Deseo: Tener el control.
Necesidades: Sentido de obediencia, aprecio por los logros, crédito por la habilidad.
Fuerzas claves: Habilidad de estar a cargo de cualquier cosa en el instante, hacer juicios rápidos y correctos.
Debilidades claves: Demasiado mandón, dominante, autócrata, insensible, no está dispuesto a delegar ni dar crédito a otros.
Se deprime cuando: La vida está fuera de control y las personas no hacen las cosas a su manera.
Tiene miedo de: Perder el control de alguna cosa, como el perder su empleo, no ser promovido, enfermarse gravemente, tener un hijo rebelde o una pareja que no lo apoye.
Le gustan las personas que: Apoyan y que son sumisas, ven las cosas desde su punto de vista, cooperan rápidamente y dejan que ellos se lleven el crédito.
No le gustan: Los que son perezosos y que no están dispuestos a trabajar constantemente, quienes se oponen a su autoridad, quienes son independientes o no son leales.
Como líder: Tiene un sentido natural de estar al mando, un sentido rápido de lo que puede dar resultado, y una sincera creencia en su habilidad de llevar a cabo sus logros, pero suele agobiar a las personas que son menos agresivas.
Podría mejorar si: Permitiera que otros tomaran decisiones, delegara autoridad, fuera más paciente, no esperara que todos tuvieran la misma productividad que él.
Tiende a casarse con: Pasivos que obedecen calmadamente y que no desafían su autoridad, pero tampoco tienen suficientes logros ni se emocionan por sus proyectos.
Reacción al stress: Reafirma su control, trabaja más duro, ejercita más, se deshace del ofensor, se mantiene alejado de las situaciones sociales.
Se le reconoce por: Su acercamiento rápido, por tomar rápidamente el control, confianza en sí mismo, una actitud inquieta y que se sobrepone.
Sanguíneo: (Hagámoslo de la manera divertida)

Deseo: Divertirse.
Necesidades: Atención, afecto, aprobación, aceptación.
Fuerzas claves: Puede hablar de cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar con o sin información, tiene una personalidad alegre, optimista, sentido del humor, habilidad para contar historias, le gustan las personas.
Debilidades claves: Desorganizado, no puede recordar detalles ni nombres, exagera, no es serio con respecto a nada, confía en que otros hagan el trabajo, es demasiado ingenuo y confiado.
Se deprime cuando: La vida n es divertida y cuando considera que nadie lo ama.
Tiene miedo de: No ser popular o aburrido, teniendo que vivir apegado a un horario o mantener un informe del dinero que se ha gastado.
Le gustan las personas: Que escuchan y que se ríen, que alaban y que aprueban.
No le gustan: Los que critican, los que no responden a su humor, y los que no piensan que son agradables.
Podría mejorar si: Se volviera organizado, no hablara tanto y aprendiera a ser puntual.
Como líder: Emociona, persuade, e inspira a otros, irradia encanto y entretenimiento, pero es olvidadizo y nada bueno para seguir una conversación.
Tiende a casarse: Con perfeccionistas que son sensibles y serios, pero los populares rápidamente se cansan de tener que animarlos todo el tiempo, y de que los hagan sentires inadecuados o estúpidos.
Reacción al stress: Dejar el escenario, ir de compras, comer más, encontrar un grupo divertido, crean excusas, niega la realidad, culpa a otros.
Se le reconoce por: Hablar constantemente, estridente, ojos brillantes, mueve sus manos, ropa colorida, personalidad magnética, habilidad para contar historias.
 Perfil de la personalidad:

¿Que temperamento tienes?,  pon una x en cada palabra que tiene que ver con tu personalidad y después las cuentas y pones el total al final, tu temperamento es el que tiene el mayor # de x, y tu segundo temperamento es el que sigue. Así sabrás el perfil de tu personalidad.

sábado, 1 de marzo de 2014

Cuento

La mujer, Juan Boschhttp://daduye.com/articulos.html
La carretera está muerta. 
Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera. Debe hacer muchos siglos de su muerte. La desenterraron hombres con picos y palas. Cantaban y picaban; algunos había, sin embargo, que ni cantaban ni picaban. Fue muy largo todo aquello. Se veía que venían de lejos: sudaban, hedían. De tarde el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita, detrás de las pupilas.

La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella. Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.

A los lados hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero blanco.

También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de quemarse día a día. Las cañas dieron esas techumbres por las que nunca rueda agua.

La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos. No la quemaba el sol; tan sólo sentía dolor por los gritos del niño.

 El niño era de bronce, pequeñín, con los ojos llenos de luz, y se agarraba a la madre tratando de tirar de ella con sus manecitas. Pronto iba la carretera a quemar el cuerpo, las rodillas por lo menos, de aquella criatura desnuda y gritona.
La casa estaba allí cerca, pero no podía verse.

A medida que se avanzaba crecía aquello que parecía una piedra tirada en medio de la gran carretera muerta. Crecía, y Quico se dijo: "Un becerro, sin duda, estropeado por un auto". Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos, los cactos coronados de aves rapaces.
Más cerca ya, Quico vio que era persona. Oyó distintamente los gritos del niño.

El marido le había pegado. Por la única habitación del bohío, caliente como horno, la persiguió, tirándole de los cabellos y machacándole la cabeza a puñetazos.
-¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre! ¡Te voy a matar como a una perra, desvergonsá!
-Pero si nadie pasó, Chepe: nadie pasó -quería ella explicar.

-¿Que no? ¡Ahora verás!
Y volvía a golpearla.

El niño se agarraba a las piernas de su papá, no sabía hablar aún y pretendía evitarlo. Él veía la mujer sangrando por la nariz. La sangre no le daba miedo, no, solamente deseos de llorar, de gritar mucho. De seguro mamá moriría si seguía sangrando.

Todo fue porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella contó que se había cortado la leche; la verdad es que la bebió el niño. Prefirió no tener unas monedas a que la criatura sufriera hambre tanto tiempo.

Le dijo después que se marchara con su hijo:
-¡Te mataré si vuelves a esta casa!

La mujer estaba tirada en el piso de tierra; sangraba mucho y nada oía. Chepe, frenético, la arrastró hasta la carretera. Y se quedó allí, como muerta, sobre el lomo de la gran momia.
Quico tenía agua para dos días más de camino, pero la gastó en rociar la frente de la mujer. La llevó hasta el bohío, dándole el brazo, y pensó en romper su camisa listada para limpiarla de sangre. Chepe entró por el patio.
-¡Te dije que no quería verte má aquí, condená!

Parece que no había visto al extraño. Aquel acero blanco, transparente, le había vuelto fiera, de seguro. El pelo era estopa y las córneas estaban rojas.

Quico le llamó la atención; pero él, medio loco, amenazó de nuevo a su víctima. Iba a pegarle ya. Entonces fue cuando se entabló la lucha entre los dos hombres.

El niño pequeñín comenzó a gritar otra vez; ahora se envolvía en la falda de su mamá.
La lucha era como una canción silenciosa. No decían palabra. Sólo se oían los gritos del muchacho y las pisadas violentas.

La mujer vio cómo Quico ahogaba a Chepe: tenía los dedos engarfiados en el pescuezo de su marido. Éste comenzó por cerrar los ojos; abría la boca y le subía la sangre al rostro.
Ella no supo qué sucedió, pero cerca, junto a la puerta, estaba la piedra; una piedra como lava, rugosa, casi negra, pesada. Sintió que le nacía una fuerza brutal. La alzó. Sonó seco el golpe. Quico soltó el pescuezo del otro, luego dobló las rodillas, después abrió los brazos con amplitud y cayó de espaldas, sin quejarse, sin hacer un esfuerzo.

La tierra del piso absorbía aquella sangre tan roja, tan abundante. Chepe veía la luz brillar en ella. La mujer tenía las manos crispadas sobre la cara, todo el pelo suelto y los ojos pugnando por saltar. Corrió. Sentía flojedad en las coyunturas. Quería ver si alguien venía. Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los vientos. Y cactos embutidos en el acero.
FIN

miércoles, 26 de febrero de 2014

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lunes, 24 de febrero de 2014

sábado, 22 de febrero de 2014



 

   
     

       
       
       
       
     
   
 
 
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